Es como estar con una resaca impresionante: malestar con nauseas y ganas de devolver, como un vacio en el estómago por el ayuno, pero cuando como, sin ninguna gana, temo que no va a durar demasiado dentro, una nausea continua. Sudores, escalofríos y flojera en las rodillas y gemelos, con dolor de cansancio, las piernas tiemblan como si no me fuesen a sostener y pienso que me voy a desplomar. Como un ligero estado febril de un simple resfriado. Pero la cabeza, es como salir sin una descompresión apropiada del agua profunda, a veces el vacío y en otras resuenan como murmullos de conversaciones memorizadas, intentos de recordar detalles de cosas que sólo me llegan en remolino de un huracán, sin claridad, con mucha bruma, igual que al intentar recordar un sueño; recuerdos que se escurren como agua entre las manos.
Noto que he pasado tanto tiempo con la sensación de no haber dormido, o haberlo hecho por poco tiempo, descansado muy poco; me encuentro sin fuerzas, somnoliento pero que no podría dormir aunque lo intentase sin apoyo farmacológico, y no lo hago. Sólo lo consigo tras un largo día que se hace agotador, trasnochando con una tele encendida a la que ni presto atención, y tras recitar un largo mantra o similar, al estilo de contar esos corderitos, para dejar la mente en blanco.
Lágrimas forzadas por el deseo de echar fuera ese dolor y angustia. Gemidos de gatito de poca edad que apenas oyes (cada uno llora como puede), parece que más bien el sonido sale por los propios oídos, o incluso por los ojos en ese esfuerzo congestionado, apretando la boca, los labios como para hacer una pedorreta, y los dientes para que no tiemble la mandíbula y rechinen, aunque sin poder impedir esos tics nerviosos del labio superior y los párpados, y no dejando salir el aire por la nariz, ese ya no respiro más o al menos no voy a hiperventilar, de esta forma no cae el moco, y también a veces, y todo sale por los lacrimales en los ojos que parece saltarán de sus cuencas. Esa sensación de que la angustia puede tener sólo este desahogo; y ese hablarse uno a sí mismo diciendo no lo puedo remediar, no quiero, quizá sea mejor echarlo de esta forma; pero tampoco sé por qué tengo que encontrarme así, sentir lo que siento, sufrir este dolor que debe venir del alma, cerca del corazón, en las tripas, la boca del estómago que presiona el diafragma y no deja respirar si no es con aliento entrecortado y convulsivo entre los sollozos a moco tendido. Ansiedad, angustia, desazón y mucho llanto. Me ahogo.
Una nausea permanente que puede terminar en úlcera o problemas biliares; una locura que sí puede hacer perder los recuerdos de la memoria junto a la razón. Debe ser parecido el miedo a morir, morir de amor, cuántas veces habré oído esa frase hecha.
Te ves en el espejo y no te reconoces con esas ojeras y mal color, como si acabases de devolver, pero todo eso sigue aun ahí adentro, pareces un zombi con esa cara; todo esa sangre que congestionaba el rostro y acumulaba en los ojos cuando antes lloraba, ahora desaparece y queda en contraste en blanco como el rostro maquillado con harina de arroz de las actrices de teatro chino.
Y así día tras día, pensando si esto no terminará, esperando se solucione, y si es así, si no volverá a repetirse más. Pero estos tragos, pocas veces, pero se repiten.
2 comentarios:
Y cuando terminas de pensar razonando contigo mismo y empiezas a soñar, ¿eso qué es? que ya no hay espacio para la esperanza? los sueños son más imposibles que no encontrar luz por otros sitios?
Hoy creo que no he llora'o en todo el día, de momento. No creo que sea nada positivo, lo sé, es un mal síntoma, si se reseca algo serán menos flexibles los sentimientos, ¿será que tampoco me queda nada que soñar?
A ver qué tienes que decir