Don Cesáreo, era el capellán de los Maristas aquí en Madrid, y del equipo entonces Kas de ciclismo. Se hacia todas las vueltas con ellos, vaya morro.
Bueno, pues este sacerdote componía unas canciones muy bonitas, de esas que se cantan en misa. Lo conocí en un campamento, un agosto caluroso a las faldas de la sierra Urbasa al lado de un pequeño río aguas abajo de una piscifactoria, de truchas supongo, donde el agua cristalina cortaba la respiración y la circulación, salías mora'o a poco que aguantases en ese agua metido. Nos contaba por las noches unas historias improvisadas de miedo que además de los gritos y sobresaltos que nos provocaba, se oía a algunos tener pesadillas, pero cada noche casi le suplicábamos no contase una nueva. Allí también fue nuestro capellán.
Una noche nos prometió una canción para el día siguiente, y lo cumplió, para el creo que no resultaba muy difícil hacerlo, aunque por la noche no le oímos tocar la guitarra, al menos yo no, o no recuerdo ese detalle y no sé por qué lo digo.
La oí cantar en la misa celebrada por el Papa en el estadio Bernabéu, creo que para los jóvenes, pero no pude ver ninguna imagen para saber si fue él quien dirigía el coro, y por otra parte también estuve pensando en la edad que podía tener, pero seguro que era él quien estaba allí con esos chicos.
La canción creo que es muy conocida, o solo me resulta para mí y tampoco aseguraría que era esta pero creo que sí.
Óyeme, tú que eres joven
tú que sabes comprender,
tú que guardas en tus manos tanta fe.
Tú que buscas las verdades
tú que tienes corazón,
tú serás como nosotros.
Cantarás nuestra canción:
Canto a la flor del campo, canto al viento, canto al mar,
canto a la luz que muere en el trigal.
Canto al amor sincero, canto al fuego del hogar,
canto a la verdadera libertad.
Canto a los verdes prados, canto al aire, canto al sol,
canto al azul del cielo y al amor,
canto a la gente humilde que me mira sin rencor,
canto a la Paz del mundo, canto a Dios.
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