--No es más que el Rey rojo que está roncando --explicó Tweedledee.
--¡Ven, vamos a verlo! --exclamaron los hermanos y tomando cada uno una
mano de Alicia la condujeron a donde estaba el Rey.
--¿No te parece que está precioso? --dijo Tweedledum.
Alicia no podía asegurarlo sinceramente: el Rey llevaba puesto un gran gorro de dormir con una borla en la punta, y estaba enroscado, formando como un bulto desordenado; roncaba tan sonoramente que Tweedledum observó:
--Como si se le fuera a volar la cabeza a cada ronquido. --Me parece que se va a resfriar si sigue ahí tumbado sobre la hierba húmeda --dijo Alicia, que era una niña muy prudente y considerada.
--Ahora está soñando --señaló Tweedledee-- ¿y a que no sabes lo que está soñando?
--¡Vaya uno a saber! --replicó Alicia-- ¡Eso no podría adivinarlo nadie!
--¡Anda! ¡Pues si te está soñando a ti! --exclamó Tweedledee batiendo palmas en aplauso de su triunfo--. Y si dejara de soñar contigo, ¿qué crees que te pasaría?
--Pues que seguiría aquí tan tranquila, por supuesto --respondió Alicia.
--¡Ya! ¡Eso es lo que tú quisieras --replicó Tweedledee con gran suficiencia--. ¡No estarías en ninguna parte! ¡Cómo que tú no eres más que un algo con lo que está soñando!
--Si este Rey aquí se nos despertara --añadió Tweedledum-- tu te apagarías... ¡zas! ¡Como una vela!
--¡No es verdad --exclamó Alicia indignada--. Además, si yo no fuera más que algo con lo que está soñando, ¡me gustaría saber lo que sois vosotros!
--¡Eso, eso! --dijo Tweedledum.
--¡Tú lo has dicho! --exclamó Tweedledee.
Tantas voces daban que Alicia no pudo contenerse y les dijo: --¡Callad! Que lo vais a despertar como sigáis haciendo tanto ruido.
--Eso habría que verlo; lo que es a ti de nada te serviría hablar de despertarlo --dijo Tweedledum-- cuando no eres más que un objeto de su sueño. Sabes perfectamente que no tienes ninguna realidad.
--¡Que sí soy real! --insistió Alicia y empezó a llorar.
--Por mucho que llores no te vas a hacer ni una pizca más real --observó
Tweedledee-- y además no hay nada de qué llorar.
--Si yo no fuera real continuó Alicia, medio riéndose a través de sus lágrimas, pues todo le parecía tan ridículo-- no podría llorar como lo estoy haciendo.
--¡Anda! Pues, ¡no supondrás que esas lágrimas son de verdad? --interrumpió
Tweedledum con el mayor desprecio.
--Sé que no están diciendo más que tonterías --razonó Alicia para si misma-- así que es una bobada que me ponga a llorar. De forma que se secó las lágrimas y continuó hablando con el tono más alegre y despreocupado que le fue posible: -- En todo caso será mejor que vaya saliendo del bosque, pues se está poniendo muy oscuro; ¿creéis que va a llover?
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