Otras veces es como si estuviera medio borracho o conmocionado. Hay una especie de manta invisible entre el mundo y yo. Me cuesta mucho trabajo enterarme de lo que me dicen los demás. Tiene tan poco interés. Y sin embargo quiero tener gente a mi alrededor. Me espantan los ratos en que la casa se queda vacía. Lo único que querría es que hablaran ellos unos con otros, que no se dirigieran a mí.
Hay momentos en que, de la forma más inesperada, algo en mi interior pugna por convencerme de que no me afecta mucho, de que no es para tanto, al fin y al cabo. El amor no lo es todo en la vida de un hombre. Yo, antes de conocer a H., era feliz. Era muy rico en eso que la gente llama ‘recursos’. A todo el mundo le pasan estas cosas. Vamos, que no lo estoy llevando tan mal. Le avergüenza a uno prestar oídos a esa voz, pero por unos momentos da la impresión de que está abogando por una causa justa. Luego sobreviene una repentina cuchillada de memoria al rojo vivo y todo ese ’sentido común’ se desvanece como una hormiga en la boca de un horno.
Y de rechazo cae uno en las lágrimas y en el pathos. Lágrimas sensibleras. Casi prefiero los ratos de agonía, que son por lo menos limpios y decentes. Pero el asqueroso, dulzarrón y pringoso placer de ceder a revolcarse en un baño de autocompasión, eso es algo que me nausea. Y, es más, cuando caigo en ello, me doy cuenta de que me lleva a tergiversar la imagen misma de H. En cuanto le doy alas a este humor, al poco rato la mujer de carne y hueso viene sustituida por una simple muñeca sobre la que lloriqueo. Gracias a Dios, el recuerdo de ella es todavía lo suficientemente fuerte (¿lo seguirá siendo siempre tanto?) como para salir adelante.
Porque H. no era así en absoluto. Su pensamiento era ágil, rápido y musculoso, como un leopardo. Ni la pasión ni la ternura ni el dolor eran capaces de hacerle bajar la guardia. Olfateaba la falsedad y la gazmoñería a la primera vaharada, e inmediatamente se abalanzaba sobre ti y te derribaba antes de que hubieras podido darte cuenta de lo que estaba pasando. ¡Cuántos globos me pinchó! Enseguida aprendí a no darle gato por liebre con mis palabras, excepto cuando lo hacía por el simple gusto -y ésta es otra cuchillada al rojo vivo- de exponerme a que se burlara de mí. Nunca he sido menos estúpido que como amante suyo.
9 comentarios:
pues tengo que decir varias cosas :-)
He tenido varias relaciones, bueno tampoco muchas, pero casi el único vínculo entre todas es que he tenido dos vidas en una, la que vivía con mi pareja y la que me acompaña siempre, esa que te sostiene siempre que lo necesitas, sobre todo cuando tu pareja al final resulta no ser la definitiva.
Aunque he cometido miles de errores, ese no, desde luego. Es más, alguna vez me ha comprometido el que ambas encajaran.
Por eso me gusta mi casa vacía de vez en cuando.
:-)
Lewis se lo montó un poco mal, y no se cuánto tiempo hace, pero a mi me gusta que dejen meterme el dedo en la llaga sólo un poco, luego agradezco que me den un toque...porque si no la vida se escapa! :-)
Lewis reflexiona sobre el dolor y cómo la sombra de ese dolor acrecienta su afligimiento. Inevitablemente, los recuerdos en situaciones, lugares y objetos hacen evidente su ausencia. En los pensamientos de qué es lo que diría, qué es lo que lo que le diría sobre esto otro... Es una forma de recrearse en el dolor y la pena, pero sobre todo plantea dudas religiosas, y no lo toma como algo estoico o con la sumisión de un Séneca. Sus reflexiones son las normales en la mayoría de las personas, pero su forma de expresar su sentimiento es lo que distingue esa narrativa de como lo puede hacer otro autor.
txumi si se trata de una pérdida definitiva es distinto, lo veo todos los días en mi casa
Porque la manta que, ateridos de frío, ya no podemos recoger, no es otra que el velo de la pasión, aquella que antaño cobijaba y hoy es sólo un áspero andrajo de borroso color que no protege ante la amenaza de un futuro incierto. La pena es miedo cuando la brújula deja de estar imantada. Las vendas caen, las heridas supuran. Se siente de nuevo el agrio dolor del vacío que la inútil racionalidad se empeña en complacer.
Y sólo quieres perderte en su aroma, en la desesperada Furia Lunática del Amante.
Y sólo puedes sentir. Autocompasión, rabia, ternura, ira, ansiedad, memoria, celos, valentía, orgullo, miedo, soles, tinieblas, culpa, odio, sometimiento, suspiros, altivez, ansiedad, promesas, esperanzas, mentiras, humildad, sensatez, locura, ayer, mañana... Mente en brumas, piel erizada, miembros tensos, cuchilladas de espanto, sangre negra. Corazón ajado.
Una elección de texto genial. Un saludo.
Si no citas fuentes pienso que eso es tuyo ¿no?
Bueno, esto también sigue al texto de la entrada:
"Cáncer, y cáncer, y cáncer. Mi madre, mi padre, mi mujer. Me pregunto quién será el siguiente en la lista.
Y sin embargo la propia H., cuando se estaba muriendo de cáncer, y perfectamente consciente de la cuestión, dijo que había perdido gran parte del horror que antes le tenía."
Sí, cuando no entrecomillo es que el texto es mío... para lo bueno o para lo malo :*)
Goe, es un texto fuerte, con fuerza y pasión, siempre me gustó como escribes, pero desde el reencuentro anterior al de los 10 años de reality, no te había leido textos literarios, digamos.
Ya sabes que estás en tu casa. Yo sólo soltaré chorradas copiadas la mayoría y algunas pruebas de contenidos o de gadgets.
Lo cierto es que sí, me prodigo poco últimamente. Digamos que estoy en un período de parón creativo :-)
Gracias por el ofrecimiento; recojo el guante: me pasaré por aquí a leer y a escribir algo cuando el tiempo me lo permita. Un saludo.
A ver qué tienes que decir