FELICIDAD
Ya metí 3 entradas sobre el dolor hace unos años, así que para no repetirme ahora quiero hablar sobre la ausencia de ese dolor que nos acompaña de por vida, los problemas de todo tipo, y que, en su ausencia u olvido, otras veces hace que nos sintamos algo así como felices, pasivamente inconscientes. La alegría, satisfacción, y otras emociones que activan esas neuronas y generan algunas sustancias, nos hacen felices, y a veces no es ausencia de problemas o dolor porque con todo simultaneamente convivimos, es la vida.
Desde que nacemos es con dolor, casi siempre con llantos nuestra primera voz de queja, no sé si cientificamente es por dolor físico, miedo o inseguridad, pero para la madre seguro que es dolor físico, aunque como decia antes, junto a una inmensa felicidad del momento.
Después llegan los retorcijones hasta que se acostumbran nuestras tripas a ese tipo de alimentación materna. Y entre toma y toma felices sueños, y luego lloros de nuevo, ¿comunicación o es ya vicio?
Pronto se empieza a disfrutar del cariño, la compañia o amparo, salen las primeras sonrisas, no sé si alguien hizo el experimento para conocer si es innato o por imitación, porque por imitación se aprende a hablar pero menos mal que los niños no hablan con esa ñoñería ni ponen esas caras y gestos que se les hace cuando son bebés.
Después de las tripas, rertorcijones y hambre también podíamos decir, llegan los dolores con la salida de los dientes, y por otra parte eso de no salirse con la suya siempre, desencanto o desilusión con sus berrinches de mimo consentido, Ya comienza la lucha psicológica, el chantaje emocional, la conciencia del yo, y del otro, con poca empatía digamos, jeje.
De lo que llamamos sentimientos y psicologia o razonamiento, se extiende a todo lo de la lucha social, convivencia, los amigos y enemigos en la guardería o las visitas. Los mordiscos, empujones o tirones de lo que se quiere uno apropiar por la fuerza o te quieren arrebatar de esta forma. Ahí ya hay sentimientos o algo parecido, sentimiento de pesar, de impotencia y todas esas cosas que a fin de cuentas son dolor, dolor del que si no sabemos asimilaelo emborrona cualquier atisbo de lo que pueda llamarse o parecerse a la felicidad, en ese momento.
Después, el romanticismo, eso que dicen es amor y que duele tanto, esa rosa con espinas y bla bla bla. Sí, es sufrimiento, el dolor es real, duele por dentro. No me extiendo.
El dolor nos acompaña en toda nuestra vida, tanto es así que a veces pensamos que de esta forma sabemos que estamos vivos, o que estamos vivos para contarlo. Pero no necesitamos pellizcarnos para saber que estamos despiertos, eso sería un momento de mucha felicidad.
A veces cuando se calma un dolor estamos a gusto pero no lo vivimos como un momento de felicidad, es como cuando olvidamos los problemas o sucesos con el tiempo, o miramos para otro lado que es más grave... la ignorancia no exime de la culpa, esto nunca lo sentimos como vida feliz, el quitarse o alejarse de lo que pueda doler no da felicidad ni siquiera sensación de paz o sosiego, sólo satisface a la razón, por eso de porque yo no soy tonto, y yo me quiero más. Se suele relacionar la bondad con esto de ser tonto, tonto de bueno. Pero se puede ser bondadoso y sensible sin que eso tenga nada que ver con el resto de cosas de una vida, problemas y sufrimiento.
Luego llegan los dolores junto a la felicidad de una madre, padres, abuelos y familia completa, tal como había comenzado. Responsabilidad, superprotección, educación... desvelos y quebraderos de cabeza con todo lo que es una vida, sin más. Con sus momentos felices, o tranquilos, claro, no todo va a ser malos ratos. Muchas satisfaciones y el tiempo va rodando. Y gracias a que nuestra cabecita intenta sólo quedarse con esos momentos buenos porque si no...
¿Por qué todo ha de ser con dolor? ¿Por qué eso de que si no es de esta forma no merecen la pena las cosas? ¿Necesitamos ese contraste para saber la diferencia y apreciar lo poco bueno que podemos conseguir, y sólo a veces? ¿O es que somos masocas?
Con la edad avanzada, llegan los sentimientos de abandono como lo que se temía de bebé, y la soledad el enemigo que se temió en la juventud.
Todo es dolor hasta el final. El miedo, la impotencia, tantas preguntas sin respuesta y cosas sin terminar o realizar, el sentimiento de no ser ya necesarios. El adiós y despedida hasta nunca.
¿Pero por qué el dolor tiene que ser como una remisión? o es más, ¿por qué tiene que ser como el pago de alguna culpa? Si la vida es un aprendizaje para vivir la misma, ¿por qué no es más frecuente el premio que el castigo? a fin de cuentas tanto vale uno como el otro para conseguir lo mismo, ¿no será que en ese intento de olvidar las cosas malas no se produce el efecto deseado? pues mejor sería entonces muchas más cosas buenas como reafirmación que nunca se olvida y puede ayuadarnos más, pero muchas de esas cosas conseguidas es a costa de los demás, entonces no cuentan.
Pero sin meterme en los jardines, o atrios, de la religión, el pensamiento ya no sólo de una edad media con los cristianos en occidente, si no ya antes, como origen, con un Séneca con la misma mentalidad de resignación y consuelo de la vida en este valle de lágrimas, no hay alivio al final.
Pues no, hay que tirar pa'lante y morir con las botas puestas pensando que no hay otra vida que esta y tenemos que perseguir la siempre utópica.