EL AUTOCONOCIMIENTO
EGO SUM QUI SUM
Lo primero que se necesita para obtener autoconocimiento, es llegar a estar profundamente consciente de la ignorancia, el sentir en cada fibra del corazón que uno se engaña incesantemente a sí mismo.
El segundo requisito es la convicción aún más profunda que tal conocimiento –el conocimiento intuitivo y cierto– puede obtenerse con esfuerzo.
El tercero y más importante es una determinación indomable para obtener y encarar ese conocimiento.
Ese tipo de conocimiento de sí no puede alcanzarse por lo que los hombres llaman ordinariamente “autoanálisis”. No se logra por razonamiento o por ningún proceso cerebral; ya que es el despertar a la conciencia de la naturaleza Divina del hombre. El obtener este conocimiento es un logro más grande que el de regir los elementos o conocer el futuro.
LA VOLUNTAD Y EL DESEO
La voluntad es posesión exclusiva del hombre en este nuestro plano de conciencia. Lo divide del bruto en el que sólo está activo el deseo instintivo.
La mayoría de los hombres viven en y por el deseo, confundiéndolo con la voluntad. Pero aquél que quiera lograr la realización, deberá separar la voluntad del deseo, y hacer de su voluntad el gobernante, ya que el deseo es inestable y, siempre está cambiando mientras que la voluntad es firme y constante.
Tanto la voluntad como el deseo son creadores absolutos. que forman al hombre mismo y, las circunstancias que lo rodean. Pero la voluntad crea inteligentemente –mientras que el deseo ciega e inconscientemente. Por lo tanto, el hombre se hace a sí mismo a la imagen de sus deseos, a menos que se cree a sí mismo a la semejanza de lo Divino. a través de su voluntad, la hija de la luz.
Su tarea es doble: despertar la voluntad. reforzándola por el uso y la conquista, para hacerla regidora absoluta dentro del cuerpo: y en paralelo a esto, purificar el deseo. El conocimiento y la voluntad son las dos herramientas para el logro de esta purificación.